Los 4 tipos de apego: cómo influyen en nuestras relaciones
- beuvefepsicologia
- 16 oct
- 2 Min. de lectura
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas parecen sentirse seguras y tranquilas en sus relaciones, mientras que otras viven con miedo a ser abandonadas o les cuesta confiar en los demás? La respuesta puede estar en el tipo de apego que desarrollamos desde la infancia.
El apego es el vínculo emocional que se forma entre el bebé y su figura de cuidado principal (generalmente la madre o el padre). Este lazo influye profundamente en la forma en que nos relacionamos con los demás a lo largo de la vida, especialmente en nuestras relaciones de pareja, amistad y familia.
A continuación, te explico los cuatro tipos de apego más conocidos según la teoría del apego de John Bowlby y Mary Ainsworth:
1. Apego seguro
Las personas con apego seguro crecieron con cuidadores que fueron atentos, consistentes y afectuosos. Esto les enseñó que el mundo es un lugar confiable y que pueden contar con los demás cuando lo necesitan.
En la vida adulta, suelen ser personas equilibradas, que se sienten cómodas tanto con la cercanía como con la independencia. Confían en sus relaciones y se comunican de manera abierta.
Frase típica: “Puedo contar contigo, y tú puedes contar conmigo.”
2. Apego ansioso (o ambivalente)
Este tipo de apego surge cuando el cuidador fue inconsistente: a veces disponible, a veces distante. El niño aprende que debe “llamar la atención” para obtener amor y seguridad.
En la adultez, las personas con apego ansioso suelen temer al abandono, necesitan constante confirmación y pueden ser muy sensibles al rechazo.
Frase típica: “¿De verdad me quieres? ¿Por qué no me contestas?”
3. Apego evitativo
El apego evitativo se desarrolla cuando el cuidador fue frío o poco emocional, lo que llevó al niño a aprender que mostrar necesidad o vulnerabilidad no era seguro.
De adultos, estas personas tienden a evitar la intimidad emocional, prefieren depender de sí mismas y pueden sentirse incómodas con las demostraciones de afecto.
Frase típica: “No necesito a nadie, estoy bien solo.”
4. Apego desorganizado
Este es el tipo más complejo. Suele aparecer en contextos donde el cuidador fue una fuente tanto de consuelo como de miedo (por ejemplo, en situaciones de abuso o negligencia). Esto genera confusión y miedo al vínculo.
En la vida adulta, pueden alternar entre la necesidad intensa de cercanía y el rechazo o huida del contacto emocional. Sienten deseo de amar, pero también temor a ser heridos.
Frase típica: “Quiero estar contigo… pero me da miedo.”
Y la pregunta del millón es: ¿Se puede cambiar el tipo de apego? Y la respuesta es: ¡Sí! Aunque el apego se forma en la infancia, no es algo fijo. A través de la terapia, la autoconciencia y relaciones saludables, es posible desarrollar un apego más seguro. Entender tu estilo es el primer paso para mejorar tus vínculos y sentirte más tranquilo emocionalmente.
En definitiva, el tipo de apego influye profundamente en cómo amamos, cómo pedimos ayuda y cómo manejamos el conflicto. Reconocer tu estilo no es una etiqueta, sino una herramienta para entenderte mejor y construir relaciones más sanas y conscientes.




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